Aove, aceite de oliva de Granada, aceite de oliva virgen extra… sea cual sea el aceite de oliva que elijas para cocinar, estarás cuidando la función cognitiva de tu cerebro.

Las múltiples propiedades del aceite de oliva garantizan un correcto aporte nutricional, y la adecuada realización de algunas funciones corporales, como la eliminación de toxinas.

Dando un paso más allá, merece la pena destacar que el aceite de oliva tiene una importante función: el mantenimiento de las funciones cognitivas.

Prevenir el deterioro del cerebro

Un estudio español publicado en la revista JAMA Internal Medicine ha demostrado que incluir en la dieta aceite de oliva y frutos secos en la dieta nos ayuda a prevenir el deterioro de nuestras funciones cognitivas.

Ambos productos contienen antioxidantes y antiinflamatorios, que resultan muy eficaces para luchar contra el deterioro cognitivo, una enfermedad que puede derivar en enfermedades tan graves como la demencia o el Alzheimer. De hecho, su principal función es evitar la oxidación celular.

Durante la realización de este estudio, que duró 4 años, los participantes tomaron una dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva y frutos secos, además de una dieta baja en grasas. En diversas ocasiones, se les sometió a análisis de su función cognitiva.

 

Los resultados de este estudio demostraron que la dieta con aceite de oliva tiene efectos positivos en la mejora de la función ejecutiva, mientras que la de frutos secos acaba reforzando la memoria.

Las conclusiones de este estudio refuerzan otras teorías que relacionan desde hace años la dieta alimentaria, la función cognitiva y las enfermedades neurodegenerativas.

La incidencia de enfermedades tan graves como el Alzheimer o el Parkinson convierten a los resultados de este estudio en un paso muy importante para conseguir su resolución.

En definitiva, cuando incluimos aceite de oliva en nuestra dieta no solo velamos por nuestra salud física, sino también mental.

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